miércoles, 27 de noviembre de 2024

 

EL TESORO DE LA MONTAÑA MOGICA

 

Todo comienza con Bernabé, un niño de ojos curiosos y sonrisa traviesa, vivía en Rosarios Altos, un valle verde donde los ríos serpenteaban entre montañas cubiertas de árboles. La gente de Rosarios Altos, con sus manos curtidas por el trabajo y sus corazones llenos de sabiduría, vivía en armonía con la naturaleza. Bernabé amaba explorar los bosques, trepar a los árboles y escuchar las historias de los ancianos sobre las leyendas del valle.

Un día, mientras buscaba nidos de pájaros en un árbol centenario, Bernabé encontró un pequeño cofre de madera. Al abrirlo, descubrió un mapa antiguo, amarillento y desgastado por el tiempo. El mapa mostraba un camino sinuoso que subía a la cima de la Montaña Mogica, una montaña legendaria cubierta de niebla y misterio. En el centro del mapa, un símbolo brillante indicaba un tesoro escondido.

Bernabé, con el corazón latiendo con emoción, le mostró el mapa a su abuela, la mujer más sabia de Rosarios Altos. Ella lo miró con ojos llenos de nostalgia y le dijo: "Ese mapa es real, Bernabé. Cuenta la leyenda que un tesoro mágico se esconde en la cima de la Montaña Mogica, un tesoro que solo puede ser encontrado por quien tenga un corazón puro y una mente aventurera".

Bernabé, decidido a encontrar el tesoro, se preparó para la aventura. Empacó una mochila con provisiones y se despidió de su familia y amigos. En el camino, se encontró con un papagayo verde, con plumas brillantes y ojos inteligentes. El papagayo, que se llamaba Esmeralda, le habló a Bernabé con una voz aguda y melodiosa: "Yo te ayudaré a encontrar el tesoro, Bernabé. Soy la guardiana de la Montaña Mogica".

Juntos, Bernabé y Esmeralda emprendieron la aventura. Subieron por el camino sinuoso, atravesando bosques espesos, cruzando ríos cristalinos y sorteando precipicios peligrosos. El papagayo Esmeralda le guiaba con sus palabras sabias y sus vuelos acrobáticos.

Al llegar a la cima de la Montaña Mogica, Bernabé encontró un pequeño altar de piedra. En el centro del altar, brillaba un cristal verde, tan brillante como la esmeralda más fina. Bernabé, con el corazón lleno de alegría, comprendió que el verdadero tesoro no era el cristal, sino la aventura que había vivido, la amistad que había encontrado y la sabiduría que había aprendido.

Y asi Bernabé regresó a Rosarios Altos, con el corazón lleno de gratitud y la mente llena de nuevas historias y vivió feliz por siempre .                                                                                                                                                                                                                  (Levy. M, 27/09/2024)



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