EL TESORO DE LA MONTAÑA MOGICA
Todo comienza con Bernabé, un niño de ojos curiosos y
sonrisa traviesa, vivía en Rosarios Altos, un valle verde donde los ríos serpenteaban
entre montañas cubiertas de árboles. La gente de Rosarios Altos, con sus manos
curtidas por el trabajo y sus corazones llenos de sabiduría, vivía en armonía
con la naturaleza. Bernabé amaba explorar los bosques, trepar a los árboles y
escuchar las historias de los ancianos sobre las leyendas del valle.
Un día, mientras buscaba nidos de pájaros en un árbol
centenario, Bernabé encontró un pequeño cofre de madera. Al abrirlo, descubrió
un mapa antiguo, amarillento y desgastado por el tiempo. El mapa mostraba un
camino sinuoso que subía a la cima de la Montaña Mogica, una montaña legendaria
cubierta de niebla y misterio. En el centro del mapa, un símbolo brillante
indicaba un tesoro escondido.
Bernabé, con el corazón latiendo con emoción, le
mostró el mapa a su abuela, la mujer más sabia de Rosarios Altos. Ella lo miró
con ojos llenos de nostalgia y le dijo: "Ese mapa es real, Bernabé. Cuenta
la leyenda que un tesoro mágico se esconde en la cima de la Montaña Mogica, un
tesoro que solo puede ser encontrado por quien tenga un corazón puro y una
mente aventurera".
Bernabé, decidido a encontrar el tesoro, se preparó
para la aventura. Empacó una mochila con provisiones y se despidió de su
familia y amigos. En el camino, se encontró con un papagayo verde, con plumas
brillantes y ojos inteligentes. El papagayo, que se llamaba Esmeralda, le habló
a Bernabé con una voz aguda y melodiosa: "Yo te ayudaré a encontrar el
tesoro, Bernabé. Soy la guardiana de la Montaña Mogica".
Juntos, Bernabé y Esmeralda emprendieron la aventura.
Subieron por el camino sinuoso, atravesando bosques espesos, cruzando ríos
cristalinos y sorteando precipicios peligrosos. El papagayo Esmeralda le guiaba
con sus palabras sabias y sus vuelos acrobáticos.
Al llegar a la cima de la Montaña Mogica, Bernabé
encontró un pequeño altar de piedra. En el centro del altar, brillaba un
cristal verde, tan brillante como la esmeralda más fina. Bernabé, con el
corazón lleno de alegría, comprendió que el verdadero tesoro no era el cristal,
sino la aventura que había vivido, la amistad que había encontrado y la
sabiduría que había aprendido.
Y asi Bernabé regresó a Rosarios Altos, con el corazón
lleno de gratitud y la mente llena de nuevas historias y vivió feliz por
siempre . (Levy. M, 27/09/2024)